domingo, 10 de diciembre de 2006

Chile descansa

No creo en Dios, así que aun menos puedo creer en el juicio divino. Igual por eso quiero creer que algo dentro de cada uno que no nos deja hacer el mal sin atormentarnos por las noches. No sé si habia una voz dentro de su cabeza -eso a lo que llaman conciencia- que le repetia los nombres de todas sus victimas, pero en cualquier caso supongo que la muerte le ha llegado como un regalo de paz. Y aunque este cabrón no merezca tales regalos por navidad, sí que lo merecen todos aquellos que luchaban por que se hiciese justicia. Ojalá su muerte traiga el descanso a todos ellos.

Hasta nunca, Pinochet.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por desgracia no hay justicia en una muerte sin condena. La habría quizás en un castigo a un viejo enfermo?. Enfermo lo estubo siempre, de muerte. Ha muerto mucho mejor que cualquiera a quién mató, deberia existir la justicia natural. Uno menos, dicen algunos, por desgracia, hay otros tantos naciendo cada dia...

Te recuerdo Amanda...

Caóticas palabras soltadas crispándose la tensión. Asco de injusticia.

el_iaio